domingo, 29 de abril de 2012

Página/12 . LAS12, por Sonia Jaroslavsky

Una obra en la que se aborda el femicidio desde la perplejidad que puede generar la compleja relación entre víctimas y victimarios e impone una reflexión sobre los supuestos del amor. // El pozo donde se encuentran es el resultado de una labor de investigación a cargo del autor y director Román Podolsky (Las primas o La voz de Yuna, Mundo fabril, Harina) basada en la dramaturgia del actor a partir del trabajo con un numeroso elenco integrado por Fernando Sala, Ignacio D’Olivo, Eladia Grosso, Verónica D’Amore, Harri Garmendia, Romina Ganovelli, Sebastián Romero, Mercedes Carbonella, Magdalena Barril, Silvia Bassi, Juan Apat, Gonzalo Bueno, Josefina Scaro y Hernán Lewkowicz. Según cuenta el director, la obra tuvo su origen a partir de la lectura de una noticia periodística en la que se informaba que un hombre había matado a su esposa y luego la había enterrado debajo de la cama matrimonial hasta que fue descubierto por la policía. Este punto de partida les permitió adentrarse en la complejidad de las relaciones entre el amor y el crimen. “En el contrapunto entre la voluntad de deshacerse de su mujer pero a la vez mantener su cuerpo tan próximo, reconocí una tensión dramática fértil para la investigación.” Así, se fue estableciendo una estructura dramática en la que una serie de mujeres asesinadas regresan a la escena para reencontrarse con sus asesinos. “Nuestra perspectiva es la de la perplejidad ante la condición humana, lo inexplicable más allá de lo que se puede decir y juzgar, las oscuras motivaciones que pueden transformar un vínculo amoroso en un asesinato.” La obra está estructurada de una forma coral, son historias de parejas contadas en breves escenas, en las que se ven de forma muy sintética cómo van pasando de un estado amoroso a la consumación de un asesinato. Lo particular del asunto es que las mujeres en el presente de la obra están muertas y deambulan por la escena sin resignarse a quedar enterradas en el pozo que sus hombres cavaron para deshacerse de ellas. Ellas parecen condenadas a retornar, a amargar el sueño de omnipotencia masculino. Y este eterno deambular no cesará hasta tanto se haga justicia. Al igual que en su espectáculo anterior Mundo fabril, Román Podolsky vuelve a abordar su trabajo a partir de lo inesperado en la palabra y en el cuerpo. “Aquí lo inesperado fue la articulación entre sexo y muerte. La proximidad indispensable para matar (sin usar un arma de fuego) atrajo la sexualidad de los cuerpos. El criterio fue lúdico: aun tratándose de lo abominable, nos propusimos que los cuerpos se lanzaran al juego de amar, gozar, matar y morir.” “La cuestión grupal amplifica los efectos de la búsqueda y permite encontrar matices, variaciones del tema. Este trabajo es una continuidad de Mundo fabril en el sentido de darle un protagonismo al trabajo de los cuerpos en la escena, ahora sin el soporte de las coreografías, que había utilizado en aquella obra. Ahora los cuerpos están más desprotegidos, más crudos.” El pozo donde se encuentran en un principio quiso abordar la cuestión del asesinato, de los hombres que matan a las mujeres pero inmediatamente aparecía el reverso amoroso. Podolsky explica que cuando los actores hombres y mujeres se ponían a improvisar, los cuerpos pasaban casi sin solución de continuidad de la violencia al erotismo. “Eso nos dio una clave muy interesante para explorar y es la complejidad de los vínculos entre víctimas y victimarios cuando se trata de hombres que matan a sus parejas. La obra, sin dejar de lado lo aberrante del femicidio, se orientó hacia ese borde delgado y endeble que separa el amor de la violencia y que en muchos casos –lamentablemente– se resuelve en un pasaje que lleva al asesinato.” Nota completa en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7212-2012-04-28.html

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